La prostitución no es cuqui, My lesbian experience with loneliness

Miguel Frieiro
6 min readMar 9, 2018

--

El manga autobiográfico de Kabi Nagata, My lesbian experience with loneliness es uno de los mejores cómics que se han publicado en el mercado español en lo que llevamos de año. La habilidad de la autora para narrar situaciones y momentos muy personales acercándolos a todo el público es su mayor virtud. Durante mi lectura pude sentirme identificado en aquel garabato, pero no solo me vi a mí mismo, sino que encontré entre sus páginas a personas que conozco, percibí actitudes que ya había visto antes, frases que parecían haber sido literalmente transcritas de conversaciones que yo mismo he tenido y hasta sentimientos trazados con escuadra y cartabón que personas de mi círculo habían sentido en algún momento de su vida. Creo que esa habilidad para llegar al lector y las lectoras es la gran virtud de esta obra. Porque esta es una obra autobiográfica, sí, pero que sabe ficcionarse lo suficiente como para abrirse al espectador, haciendo que se sienta partícipe de cada acción y sentimiento narrado en sus páginas.

La autora nipona no duda en tratar temas considerados “tabú” en muchos círculos con la naturalidad y honestidad con la que afronta su día a día. Sus viñetas aúnan una mezcla perfecta de cruda realidad marinada con un ingenioso humor que resulta en una obra increíblemente sabrosa para el paladar. Y es que lejos de caer en el nihilismo que otros autores con obras poderosamente intimistas abrazan sin temor, My Lesbian experience with lonelines aporta soluciones a los diversos problemas y situaciones que aparecen en sus viñetas y lo hace siempre con humildad y sin caer en la prepotencia petulante de obras similares. Sin embargo, una de esas soluciones, quizá la más importante de todas, me produce cierto resquemor y malestar. Pues no puedo obviar su imponente hedor liberal y capitalista. Y sí, hablo de capitalismo liberal en una obra con representación LGTB+ y cuya autoría recae en una mujer porque es algo que contamina a todas y todos.

(Como hombre cishetero no soy la persona más indicada para hablar sobre feminismo y prostitución. Cualquier mujer feminista podría tratar con mayor claridad y argumentar de forma más limpia y eficaz de lo que lo voy a hacer yo. Pues ya que soy hombre acabaré cayendo en ciertas dinámicas machistas por mucho que intente evitarlas.Pero espero que mi punto quede claro).

La prostitución es una práctica sostenida desde la base del patriarcado y que pese a estar aceptada por nuestra sociedad genera un poderoso estigma hacia las personas que la practican y ejercen. Ojo, no hacia aquellas personas contratantes, sino a aquellas personas que “venden” su cuerpo. Lo que conocemos como “putofobia” (odio hacia las prostitutas). Este gran negocio se sostiene y aprueba porque sin duda genera unos beneficios muy importantes del que no se benefician solo las prostitutas, numerosos hombres y organizaciones se benefician de estos abusos. Y en este mundo poco importan que las acciones provoquen daños y destrocen vidas, porque aquí mandan los billetes.

El feminismo radical defiende y aboga por el fin de la prostitución, criminalizando no a la prostituta sino al contratante. Y es que la prostitución, al fin y al cabo, responde a unos intereses liberales y capitalistas (de ahí que el feminismo liberal quiera regular la prostitución y no abolirla) que se benefician de las situaciones y maltratos sufridos por algunas personas. La prostitución es machista y se cimienta sobre las bases del capitalismo liberal, presentando, de forma inevitable, algunas relaciones de clase y género que nacen directamente del patriarcado.

Kabi nagata confiesa en su obra cómo la contratación de “escorts” la ayudó a encontrarse a sí misma y definir su identidad a través de sus experiencias sexuales. Su obra no evidencia señales de putofobia en ningún momento, sino todo lo contrario y eso es algo que aplaudo, pero el hecho de normalizar algo como la prostitución y mostrarlo de una forma positiva es algo ineludiblemente negativo. No existe odio alguno hacia las prostitutas en ningún momento, pero si aprobación hacia la prostitución, pues es algo que la propia autora confiesa haber contratado y que continua haciendo adoptando una postura eminentemente liberal (y tóxica) hacia dicho tema.

Las mujeres de compañía, conocidas popularmente como “escorts”, son prostitutas de lujo. Inventarse un nuevo vocablo para elevar el caché de una práctica conocida por todos es algo muy propio de las clases altas. De ahí precisamente surge el intento de evitar la palabra “prostitución” y adornarla conservando el mismo significado. Partiendo de la base de que una “escort” (vocablo empleado en el manga de Kabi Nagata) es una mujer que ejerce la prostitución, My lesbian experience with loneliness ofrece una visión positiva de las prostitutas, lo cual está bien, pero también de dicha práctica y esto ya sí que no lo está tanto.

Las páginas del manga hablan con naturalidad de la sexualidad, algo sorprendente para una autora japonesa que retrata su propia experiencia, pues basándose en ella se muestran encuentros y contrataciones de estas escorts como una forma de solucionar los problemas sociales, sexuales y de identidad de la protagonista. Sin embargo, tanto esta práctica, como estos encuentros resultan agradables, “cutes”, inocentes y “bonitos”. O esa es la forma en la que la autora quiere que los interpretemos. En ningún momento se deja entrever que esta es una mala práctica, que pagar a una persona para que se acueste contigo responde a una visión y perspectiva liberal y capitalista, que es algo que está mal, pese a que la sociedad lo acepte y sea legal. El manga nunca tiene intención de mostar esto como algo negativo, quizá porque la autora, e incluso el lector, no lo consideren así.

Lo cierto es que la obra de Kabi Nagata parece una obra realmente concienciada con ciertos temas tanto de representación como a la hora de dar determinados puntos de vista y sin embargo, en este caso, se deja llevar por la corriente más puramente liberal de la sociedad japonesa. Como obra autobiográfica que es, My lesbian experience with loneliness no debe alterar sus hechos, pero sí creo que su autora debería tomar cierta responsabilidad a la hora de tratar este tema, al igual que lo hace con otros. La prostitución es patriarcal y no es para nada algo bonito o adorable.

Toda obra artística es política, es decir señala una forma de entender el mundo basada en una propia ideología. Las películas clásicas de Disney tenían su carga política porque nos vendían un ideal de amor heterosexual y basado en la familia nuclear. Que los videojuegos recurran en tantas ocasiones a la violencia es una mecánica política que nos señala que en su mayoría el ser humano soluciona sus conflictos mediante la misma. Y en este caso, My Lesbian experience with loneliness, una obra tan basada en las experiencias de su propia autora, no solo refleja sus sentimientos, sus acciones y sus motivaciones sino también su ideología. Una ideología influenciada, al igual que sus experiencias, por la cultura y sociedad en la que vive y que es el resultado de la unión de estos factores con su propio pensamiento individual. El resultado es un ideario que percibe a las relaciones homosexuales con total naturalidad, que no duda a la hora de mostrar su perspectiva de la depresión ayudando a representarla como lo que es: una enfermedad y no un estado de ánimo. Y que, por desgracia, desprende cierto olor rancio y liberal en lo referente a la prostitución. Somos aquello que vivimos y quizá esa ideología de la autora que ahora se plasma en sus viñetas sea aquello que desde pequeña ha estado mamando mientras crecía en una sociedad patriarcal y machista. Pero es su deber darse cuenta y tomar conciencia de ello al igual que ha hecho con muchísimos otros aspectos tal y como narra en sus viñetas. Así su obra crecerá, al mismo tiempo que lo hará ella como autora.

--

--