El ADN de Kingdom Hearts

Miguel Frieiro
6 min readDec 19, 2018

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Hace unos días Square Enix publicó la que sería la secuencia inicial de su próximo videojuego, Kingdom Hearts III. Y para sorpresa de muchos (aunque era algo que ya se sabía desde hace unos meses) junto a la ya famosa Utada Hikaru, el otro compositor del tema llamado “Face My Fears” es el célebre DJ y productor musical Sonny John Moore, más conocido como Skrillex.

Y más allá de que el tema pueda gustar más o menos, eso ya es algo que entra dentro de la subjetividad de cada uno, lo cierto es que hace parecer a la pieza más un AMV de Youtube que la intro del gran hit de una compañía como Square. La canción, aunque cuenta con aportes y detalles que recuerdan a la saga, es “muy poco Kingdom Hearts”. Y de hecho la secuencia no está al nivel de otras ya célebres como la de Birth By Sleep o KH II. Skrillex quizá no era la persona ideal para componer este tema. Y creo que este hecho define por completo lo que son los videojuegos de Sora y compañía. Un arma de doble filo que adolece y disfruta a partes iguales una de las obras más famosas de la industria japonesa.

Pese a su éxito comercial y sus ya tropecientas entregas, versiones, remixes y recopilaciones existen muchísimas personas que nunca han jugado a estos títulos o, que si lo han hecho, ha sido muy de refilón. De hecho, hasta hace bien poco, yo era uno de ellos. La creación de Nomura cuenta con tantísimos fans como detractores y esto no es algo que nazca de la pura casualidad, es algo que está escrito en el propio ADN de este videojuego.

Partamos de una base que, aunque a muchos pueda escocer, me atrevería a afirmar con total rotundidad: Kingdom Hearts es un auténtico caos. Entrar a la saga no es para nada sencillo, existen una cantidad irrisoria de títulos, además cada uno de ellos ha salido para plataformas dispares, desde la PS2 hasta la nintendo 3DS pasando por la Advance y, pese a que existen unos remixes para PS3 y PS4 que mezclan como pueden todos los juegos, la experiencia no es la misma. Por si esto fuera poco, narrativamente deja muchísimo que desear. Sus líneas temporales, su universo, la representación regulera de muchos mundos Disney, lo básico de sus temas y los incontables deus ex machina y diabolus ex machina hacen que la trama de estos juegos resulte prácticamente un insulto a nuestra inteligencia, algo muy cercano a un fanfiction escrito por un seguidor de Final Fantasy y Disney que tiene la misma idea de escribir ficción que un servidor. Que simplemente se dedica a vomitar en escenas petulantes todo aquello que a él le parece “cool”. Y que se saca de la manga recursos para poder avanzar la trama sin preocuparse por la lógica interna de su propio universo.

Suerte intentando comprender “algo” en este preciso y completo esquema

Pero es precisamente ese punto “fan” tan característico de la saga lo que hace que Kingdom Hearts sea como es. Una obra tan aclamada como criticada a lo largo de los años. En la que no acaba de existir unanimidad por parte de crítica y público.

Hace ya un tiempo Skrillex afirmó ser fan de los juegos de Sora, Goofy y Donald desde su tierna adolescencia. La salida del primer título pilló al DJ con apenas 14 años y se convirtió rápidamente en su videojuego favorito, una pieza adorada por él y de la que se declara fan incondicional. Casi 17 años después Square ha sabido aprovechar la oportunidad y ha decidido que ponga su talento en el nuevo juego a través del tema de su intro. Y, pese a que su estilo musical no se acerca todo lo que debiera al del juego del que es un fan acérrimo, y que quizá la elección de la compañía no sea la más acertada, hay algo bonito y hasta me atrevería a afirmar que poético en su participación en Kingdom Hearts III. Porque al final este es el caso de un chavalín que en su adolescencia disfrutaba con locura de una obra de la que ahora, varios años después, va a formar parte. Y de eso precisamente va la historia de Sora y compañía, de estos momentos llenos de ternura, de hacer felices a sus fans y a todos aquellos que se sientan atraídos y disfruten de sus videojuegos. Y también, de que los sueños pueden cumplirse aunque sea tremendamente difícil y casi 20 años después.

Porque, pese a sus errores, la saga de Nomura tiene personajes realmente bien escritos e inolvidables que logran que empatices de alguna u otra forma con ellos. Porque rompe con el estereotipo de héroe occidental del medio, dando a un niño de cara angelical todo el protagonismo de su obra. Porque Final Fantasy y Disney son partes fundamentales de dos mundos artísticos como son el videojuego y la animación y este quizá sí sea el crossover más ambicioso de la historia. Porque los temas son universales y, aunque manidos, tienen varias capas de profundidad que podremos ir descubriendo si aceptamos las reglas que se nos proponen. Porque su estética tan marcada y cargada de belleza provoca momentos verdaderamente inolvidables. Porque estos juegos resultan tremendamente disfrutables y transmiten unos mensajes y valores positivos que no abundan tanto en este medio. Y porque al final, las luces de la obra superan con creces a las sombras.

Al final, hasta su propio creador, Nomura, desata en estos títulos toda su vena más “fan” vertiendo sin ningún pudor en ella todo lo que a él mismo le gusta y atrae, tanto para bien como para mal. Quizá la canción de Skrillex no sea la mejor, ni la más adecuada, pero algo sí tengo claro y es que hay pasión y respeto en ella, algo que quizá solo un gran profesional y fan a la vez puede mostrar, como bien demuestran esas notas iniciales de la composición, las mismas del tema de Xion y que tantos seguidores reconocieron al instante.

Kingdom Hearts desprende ese extraño aroma a adolescencia que como el de la comida de nuestra madre no podemos, ni queremos olvidar. Y personalmente, los videojuegos son, por lo general, muy adultos y se toman muy en serio a sí mismos, con estéticas oscuras y señores con barba que hablan muy ronco y son muy pero que muy machos. Por eso, poder disfrutar de un universo colorido y mágico en el que un grupo de adolescentes recorren mundos de Disney en pos de una amistad inquebrantable que les permita volver a estar juntos, me resulta tremendamente divertido, atractivo y diferente. Es justamente lo que echo de menos y lo que necesito. Será que me he convertido en un fan de Kingdom Hearts. O mejor dicho, quizá Kingdom Hearts ha sido capaz de conquistar mi corazón y convertirme en su fan.

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